Es común que uno comience a buscar en su ascendencia dotes y costumbres. De lo que sé de la familia de mi padre, aún no encuentro a nadie que heredó sus ojos celestes. Mi madre más de una vez dijo que saqué los ojos de su progenitor.
Hace muchos años atrás, se corrió el rumor de que una de mis tantas tías había visitado a una certera bruja. Esta señora adivina señaló que habría un primo sería un escritor y que otro sería un gran atleta. El primero aún no alcanza los treinta años y creo que con suerte escribe en tarjetas para fechas especiales; el segundo sólo tiene la facha espigada de deportista. Quizás los años me demuestren que esa bruja sí acertó.
Ayer falleció un tío abuelo. Y hasta dónde sé, el único real escritor en lo que conozco de mi familia. Sin la mención honrosa a otra tía quien infidenció alguna vez que participaba en un blog femenino y en Santiago En Cien Palabras. El tío de mi madre publicó más de alguna vez, siquiera sé si con editorial, aunque sólo tengo certeza de un libro de poesía. No lo he leído, pero quiero hacerlo. Estoy seguro que más de una sorpresa me encontraré, y con el nivel de sensibilidad de estos días, leeré más de un verso con la vista nublada.
Su recuerdo me llamó esta noche a escribir.
No es tan simple comenzar y hablar de mi corazón. De partido, debo admitir que me carga como suena la palabra. Ya partimos así, Amorío 1 – René 0. Por lo mismo es que suelo añadirle otra palabra que cambié su sentido y sea más representativo de moi. Por ejemplo, “puto corazón”.
Le busco pareja hasta a mis palabras, y yo…
Menos docenas de meses atrás, un comercial que hizo La Red para promocionar la archirepetidísima serie Sex And The City, la típica voz empastada del locutor emitió frases que hasta el día de hoy recuerdo. “Cuatro mujeres muy diferentes, pero con algo en común…la búsqueda del amor”. Cuando pronunciaba la medular última palabra, en la escena aparecía la señorita Bradshaw caminando en cámara lenta, con sus perfectos rulos agitándose producto del pesado paso en sus high hells. Aparte de golpearme la imagen, como si me tiraran un frisby con las C enganchadas de Chanel y recordar lo que puede hacer un buen shampoo en un pelo ondulado…rompía mi imagen de la serie como amistad incondicional post 35 años.
Todo es acerca de esas cuatro letras. Todo. Sea cual sea.

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